martes, 24 de septiembre de 2013

Comenzaron a caer hojas de los árboles...

No sé porque el cielo estaba gris allá,
tampoco sé porque pensaste que llovería.
Aún faltan meses para eso,
aunque claro, ya se ve en las calles y en el viento
un cambio de clima, época, sentimiento.


Acá era porque comenzaron a caer de los árboles muchas más hojas que de costumbre.
Y hay tanto viento que las arrastra sobre el asfalto rugoso. Ellas, tan secas, suenan y resuenan.
En medio del sueño y el despertar, uno confunde esos agradables sonidos con unos que le gustan más.
Y se parecen tanto a gotas que en lluvia pensé.


De eso pasé a extrañar los techos de zinc y el agua sobre ellos
en las noches frías de mi cuarto en el pueblo,
con una luz en la ventana que entraba violenta
y que yo maldecía en silencio para no dañar el momento.

Yo recuerdo las lluvias de distintas maneras.
Hubo un tiempo en que eran tan fuertes que mi terraza se inundaba.
Entonces subía con mi hermano y nos echábamos sobre el cemento recién lavado
de toda la ceniza que había caído antes.


Tal vez porque era pequeño veía mucha agua.
Tal vez era poca pero yo me emocionaba.
No sé si el cielo está gris allá.
Hace meses que no vuelvo.


Tampoco sé si tu me acompañarías y si verías llover como yo suelo hacerlo.
Aún faltan meses para eso,
aunque claro, ya se ve en las calles y en el viento
un cambio de clima, época, sentimiento.