lunes, 23 de abril de 2012

Carta del Enamorado: Los días Muertos.

El domingo es cuando más te extraño. En esa pereza inmensa y energía estática, paralizante, que nace en mi interior para agonizar en mis actos, contaminando mi aptitud y volviendome viejo, desde el amanecer y aun mas mientras la tarde se convierte en una foto sepia.
Soy viejo, lo repito, hoy soy inmóvil y por eso te extraño, porque pienso que de alguna manera tu cambiarias el ambiente. Tenías la habilidad de ser como el éxtasis, o un redbull en el peor de los casos.
Me gustaría escuchar tus breves disertaciones y largas frases que vienen de todo eso que te gusta, tan parecido a lo mío pero que a la vez te discuto, solo por llevar la contraria.
"Absurda e ilógicamente, -decías- toda la vida se resume en sexo, y la muerte en orgasmo"
Planteabas tu tésis mientras te sacabas otra prenda, cual póker universitario de amigos ebrios a medianoche, al ritmo de Manu.
Así te recuerdo, desabrochando, entre risas, tu blusa manga larga, y yo te veía como a una de esas porno lentas y aburridas, pero exitante para este par de locos, medio poetas, medio músicos, medio literatos. Morbosos completos y declarados.
Qué linda tu compañia y tus tetas tamaño limón!
La perfecta pose de francesita intelectual, con tu boina y mirada pensativa, el cigarrillo entre los dedos y tu intensa sensualidad colgando de los labios.
Estabamos siempre huyendole a esa ilusión colectiva, al opio de las masas, el amor.
Llegaba el domingo y tu en mi cuarto, con el porro compartido y el bajón a la vuelta de la esquina. Estabamos listos. La pizza sobre tu estómago y mi pene en plena erección. Sombrero de peperonni, condón con sabor. Y siempre, siempre, champignones.
Hoy mis pies se ponen en automático. Camino por la vereda que limita y hace de borde al pequeño brazo de río que hay frente al departamento.
Siguen las fundas de basura aquí, a pesar de tus cartas a la municipalidad nadie se percata y preocupa por el hedor.
"Gente de mierda" decías. Es raro que con esa frase recuerde toda la profundidad de tu voz?
Como cuando cantabas. Las letras de Tulsa en tu voz llegaban con mayor dejo de tristeza a mis oídos.
Y con tu canción predilecta me recibe hoy la tienda de discos. Aquí te conocí, mientras trabajabas. Te pedí ayuda solamente para verte de cerca. Tu cachetada fue el primer contacto, y luego el café.
Acabo de llegar a tu nuevo hogar, no estás. El portero me mira de reojo. Me siento en el césped y leo tu nombre en relieve.
Sabes? Aun tengo tus demos. Escribí historias acerca de ellos y se publicó.
Ahora la semana se ha convertido en una rutina aceptable. El lunes hay una firma de autógrafos. Jé, quieren mi marca en su libro, como si yo fuera importante. Yo les sigo el juego.
Tus bocetos de desnudos siguen pegados en la pared, y el retrato que te hice también. Es surreal, sí, líneas tiradas sin sentido, pero asi te entendía.
Qué hay de interesante allá donde vives ahora? Valió la pena?
Sé que la tristeza no te dejaba en paz, pero habría querido que buscaras otra solución.
Me tengo que ir, acá ya se hizo de noche.
Mañana la firma de libros y el resto de días, seguir escribiendo. La práctica hace al maestro, dicen. A mi sólo me suenan en la cabeza la voz de todos los personajes que pudiste haber sido.
Fatalista rusa, bailarina de tango, negra del blues, vieja solitaria, actriz de culto, nihilista autodestructiva, voyeur suicida.
Una rubia, una morena, pero jamás una pelirroja, en tu honor.
Siempre tendremos el domingo, el café, mi cama.
Domingos, los malditos, los mortales y lentos, los que se alimentan de tu memoria.
Uno de estos días me lo propongo y te alcanzo, para dormir bajo el mismo césped y que me cuentes más historias, para que toques la guitarra.
El portero del cementerio cierra la puerta y se enciende un cigarrillo mientras yo me subo al taxi que me llevará a casa.
Sólo, otra vez.

1 comentario:

  1. Muchas influencias ahí, Ronny !! Canciones, pequeños cuentos, imágenes de varios continentes. Películas en blanco y negro y cementerios que forman parte de obligadas rutas turísticas.

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