viernes, 10 de febrero de 2012

Mi culpa no es. Creo...

- Los poemas te van a abrir muchas piernas!

Eso me decía mi novia cada vez que le mostraba un poema recién escrito y que no trataba sobre ella sino de alguna otra mujer. De vez en cuando, además de la frase, me regalaba una cachetada y tres días de helada distancia.
Sincero. Yo era muy sincero...
No es que sea enamoradizo, pero a veces aparece una dama en la que no dejas de pensar, por equis razón.
No es que no la haya querido pero luego de escribirle diez mil veces, poemas que ella no leía del todo, se van un poco las ganas de seguir.
Los poemas te van a abrir muchas piernas. Qué frase! Si supiera que sólo a ella la conquisté de esta manera. No es que sea tímido pero acercarme a una mujer, con una carta en la mano, me haría sentir un stalker, además, cómo esperar que, en estos días de inseguridad y asaltos, alguna muchacha linda me acepte un papel en la calle.
Esas y otras razones le daba a Clara para que calme la ira, pero siempre era peor.
Miento. Era peor si no daba ninguna razón, si me quedaba callado y tranquilo.
Se lo conversé a un amigo al que le tengo la suficiente confianza como para decirle que escribo "poemas de amor". Al principio, Miguel me llamaba "Neruda en devacle", "Cursinetti" y otros sobrenombres, hasta que comprendió que la verdadera burla y chiste se encontraba en recordarme como mi enamorada me cacheteaba por escribir lo que me daba la gana.
Sincero. Yo era muy sincero.
Pero lo bueno vino después.
Cierto día, en un centro comercial, Clara y yo compartíamos un helado de vainilla, muy cariñosamente (el sabor y el cariño fueron su idea pero, por un par de besos, lo que sea!) vi a una hermosa señorita, hojeando una Orsai, cosa excesivamente rara, ya que somos menos de treinta lectores regados por el país. Qué lindo fue ver algo así.
La alegría del pobre dura poco y los celos aparecieron de inmediato reflejados en el codazo que me dio Clara, directo al costado. Pequeño gran dolor.
- Voy al baño, morboso!
Eso me dijo y yo no la vi desaparecer entre la gente. Estaba concentrado en la chica con la Orsai.
Por supuesto que me fijé en su cuerpo y su rostro, pero lo que me hacía contemplarla era su ligera sonrisa de placer al leer. Comencé a escribir en una servilleta ciertas frases que de a poco tomaron forma. Nada cursi, por suerte, sólo una invitación a conversar, algún otro momento, sobre la revista y otros gustos relacionados.
En este punto, muchas mujeres pensarán que soy un mujeriego o lanzado. No me voy a excusar. Si veo algo en común con otra persona, intento conocerla, punto.
Cuando pensaba guardarme la servilleta en el bolsillo, llegó Miguel. La tomó de mi mano, la leyó y entiendo todo con sólo ver a la mesa donde estaba la rubia -había dicho que la chica era rubia?- caminó con decisión hacia la mesa y le entregó la carta-servilleta con una sonrisa maligna, señalándome repetidamente.
Yo sólo pensé, "Ah, carajo!"
La rubia leyó la nota y sonrojada se acercó a mi mesa, sacó una pluma y anotó su número en un pequeño papel. Y un gesto celestial, divino, magnífico, lindo, que me levantó en peso hasta llegar al nirvana, me dejó un beso en la mejilla y, de paso, un delicioso perfume impregnado en la memoria.
Gracias, Dios, por estás mujeres.
Se fue, caminando rápidamente y no alcancé a ver hacia donde porque, frente a mí, Clara levantaba su mano y la bajaba en cámara lenta con dirección a mi rostro. Luego dejó caer delicadamente el helado en mi cabeza. Gritó un par de cosas que no entendí y también algo que escuché levemente:
- Esto se acabó, maldito mujeriego, lárgate con tus musas putas!
Miguel se ahogaba en un mar de carcajadas y yo sonreía. Qué podía hacer! Era realmente una escena graciosa. Además, sostenía fuertemente el número de la rubia.
Alguna razón tendrá Alá o Jebus para que ocurran estas situaciones, aunque no creo en el destino o casualidad.
Quién sabe y tal vez si soy un mujeriego escondido.
Por ahora no me preocupo nada más que de asistir, el domingo, a la cita con la señorita rubia que sonríe levemente mientras lee.

6 comentarios:

  1. Para que digan que los que leemos somos gente aburrida, ja !! En fín, Ronny, como me temo que la cosa, si es realidad y no ficción (yo he jugado a esos juegos, los de equivocar a la gente, en mi blog), va a generar nuevos acontecimientos, no dejes de escribirlos.
    Creo que el huevo del helado tiene un efecto beneficioso sobre el pelo, por cierto.
    Saludos.

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    1. Francesc, culpo a mi falta de atención de estar comentando la mis respuestas hacia ti pero no a través del botoncito que dice "Responder". Espero, de todos modos, que hayas leído el comentario-respuesta.

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  2. Verdad o ficción? Que quede en la duda! Nos pasa a todos, o nos pasaría si las mujeres dieran besos a los desconocidos a cambio de un papel con letras.
    No dejaré de escribir, a menos de que Clara, en un acto de venganza, derrame el helado en la computadora y la arruine. Y no es que diga que ella exista... (Cómo manejo la intriga!)
    Gracias por pasar, Francesc.

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  3. ¿Es que hay una alternativa? Se escribe con ilusión, con esperanza o un poco después de un desaire con frustración y desesperanza. Pero se escribe. Son poemas como perros que olfatean y corren detrás de una presa, son poemas que se acurrucan a nuestro lado. A veces nos cubren mientras escribimos una noche y todo el silencio alrededor. Lo mejor, para mi, es cuando el poema es flecha, arco y blanco.
    Abrazo, me iré pasando por aquí

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    1. Eso, eso! Bien descrito, Germán. Aún no tengo muchos poemas que quiera compartir abiertamente, porque no son buenos, pero ya habrá tiempo.
      Gracias por pasar.
      Saludos.

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  4. Hola Ronny:

    Tu círculo se amplia, lo cual supongo que te satisface gradualmente:
    Gracias por tu comentario, lo haré también sobre mi post, pero te mencioné justo hace un rato, ahí tienes rastros de tu primera influencia en el Viejo mundo ( y lo viejo acaba muriendo, recuerda)

    http://francescbon.blogspot.com/2012/02/diario-de-diarios.html

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