miércoles, 29 de febrero de 2012

Im-Paciente

Pero nuevos o viejos, algunos son tan déspotas, otros, desinteresados.
Anoche, un par de enfermeras vieron correr y gritar a una desesperada mujer, en busca de un médico, mientras su padre dejaba de respirar. La vimos correr de vuelta al segundo piso (estoy en la planta baja) con una doctora. Y una vez más, la misma señora, corriendo, esta vez tirando de la camilla de su padre, mientras la doctora trataba de hacerle llegar oxígeno con una de esas mascarillas que sólo conocía por televisión.
La televisión me ha preparado para esto, sino mi sangre estaría helada. Aún así, cada caso es impresionante.
Por las noches el ambiente no cambia, sólo varian los parientes que por turnos vienen a hacer lejana compañia al enfermo, pues no nos dejan pasar. No me sosprende para nada que en las noches abunden las esposas, novias, madres. Estas mujeres no se quierwn despegar de el otro. En el sexo femenino, la preocupación excesiva, es una constante.
Amanece otra vez. Las horas pasan lentas y yo escribo esto para distraerme. Ya es la hora de almuerzo. Todos los parientes tomas la improvisada vajilla de su enfermo y rodean a un empleado que arrastra un gran armario dw metal dondw se guardan los alimentos. Ese olor me desagrada. Comida de hospital.
La misma escena sucede 4 horas después, con la merienda. Lo único postivo, para mi, es que me dejan entrar a verla.
Acomodo su almohada, le doy de comer, pregunto como se siente. "Ahí, mejor, parece" me contesta. No tenemos mucho que decir. Aún no tiene ánimos para bro
ar, como siempre lo hace, o contar una de sus raras historias de juventud en un pequeño pueblo de la serranía. "Pronto te sentirás mucho mejor" le insisto. Hace una mueca, no quiere o necesita creerme.
Salgo al ancho pasillo justo en el momento en que otro muerto cruza. En este espacio no hay silencio pues los murmullos se convierten en ruido perturbante. Lo que ahora logro entender es que sienten pena. Yo no. Yo solo me quiero ir. Me ahogo, no duermo. Estoy solo, esperando.

2 comentarios:

  1. La sensación aséptica y a la vez insana de las salas de espera de abarrotados hospitales públicos. Todo el mundo con la mirada perdida. Tienes que ver Breaking Bad

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  2. Hola! Gracias por la visita...tiene buena pinta lo que se lee por aquí.
    Abrazo

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